GRADO 30 – CABALLERO KADOSCH



Sexta Clase – Grado 30º – Duodécimo del Consejo de Kadosch



La palabra Kadosch, Kadosh o Kadesh, con que se distingue el grado 30, según los etimologistas masónicos, significa santo, sagrado, consagrado, puro, purificado, lo que da a comprender claramente, que el Masón que esté en legítima posesión de este grado, debe hallarse exento de todo vicio y preocupación.





Su meditación es la cámara negra con las calaveras de Jacques de Molay, Felipe el Hermoso y el papa Clemente V. Cámara blanca con águila bicéfala blanca y negras. Cámara azul con entrega de espada. Cámara roja con la escalera misteriosa.


Para las recepciones, según los rituales filosóficos del Rito Escocés más modernos, se requieren dos departamentos; el primero destinado a los trabajos preparatorios, está tapizado de negro y alumbrado por una lámpara triangular, pendiente del techo. En el centro del local hay una mesa cubierta con un tapete negro, con un recado de escribir encima. Todo el recinto se halla rodeado de imágenes y alegorías fúnebres. El segundo departamento, en donde tiene lugar la recepción, está tapizado de rojo. Al Oriente, debajo de un rico dosel de damasco o de terciopelo blanco y negro, guarnecido de oro y sembrado de cruces teutónicas y de calaveras bordadas en rojo y en negro, que cobija el sitial de la presidencia, se destaca un triángulo equilátero invertido de oro, cuyo vértice se apoya en la cabeza de. un águila con las alas desplegadas teniendo una espada romana entre las garras.

Esta águila lleva sobre el pecho, pendiente de una cinta negra pasada al rededor del cuello, una cruz teutónica, y algo más abajo un triángulo con la palabra Adonai, esculpida en su centro, y la siguiente inscripción a su alrededor: “Nec proditor, nec proditus innocens feret”.

En el fondo, a ambos lados del dosel, figuran los estandartes de la orden; el uno, fondo blanco, con dos bandas verdes cruzadas, y el otro, fondo verde con una cruz teutónica en un lado y en el otro un águila negra de dos cabezas, con el pico y las uñas de oro, teniendo una espada antigua entre, las garras y con esta divisa a su alrededor “Vincere aut mori” (Vencer ó morir). Este local está iluminado por nueve blandones de cera amarilla. En el centro del recinto se halla situada la escala misteriosa.

Sobre el ara o altar colocado delante del presidente, se coloca la espada de la orden y las insignias del grado destinadas al nuevo Kadosch. Sobre el pavimento y junto a las gradas del Oriente, hay dos pequeños altares triangulares encima de los cuales se coloca una copa de plata llena de vino en uno, y un braserillo encendido y una pátera con incienso en el otro.











Grado 31 – GRAN INQUISIDOR



Séptima Clase – Grado 31º – Tribunal del Grado 31°



Según antiguos rituales, los Francmasones de este grado, reunidos en asamblea, a la que todavía se designa con el título de Tribunal, constituían el poder Judicial del Rito, estándole confiado el mantenimiento de la regularidad y de la pureza de las doctrinas masónicas. La escuadra, el compás, la plomada y el nivel, para rectificar y ajusfar; la balanza, para pesar y apreciar; la espada, para ejecutar e imponer, y los dos puñales, para defender a la inocencia el uno y para castigar al culpable el otro, indican bien claramente el objeto de este grado.





Su meditación es el Juicio de Salomón (Libro I de los Reyes 3: 16-28).


Tapicería blanca: alrededor del recinto se levantan ocho columnas doradas. Treinta luces, diez al Oriente, diez al Occidente y las otras diez en el medio, alumbran el local.









Grado 32 – SUBLIME PRÍNCIPE DEL REAL SECRETO



Octava Clase – Grado 32º – Consistorio del 32°



Según el discurso histórico en que se basa la instrucción de este grado, hacia el año 3095 del mundo, los Magos nuestros antecesores abandonaron el Egipto y se dirigieron a Jerusalén, llevándose consigo los anales de la Orden. Fijaron su residencia en aquella célebre ciudad, y establecieron en ella el sagrado depósito de aquellos escritos luminosos, manantial de los conocimientos filosóficos del antiguo mundo, de los que eran fieles depositarios y celosos guardianes, y allí vivieron pacíficamente, consagrados al estudio y á las investigaciones de los fenómenos de la naturaleza y a procurar el bienestar de la Humanidad por la práctica de todas las virtudes, hasta la toma y destrucción de Jerusalén por Tito Vespasiano, acaecida en el año 4070.

El cruel romano inmoló a gran número de los que sobrevivieron a la derrota, unió a otros a su carro vencedor como trofeo de sus victorias, vendió una parte de ellos como esclavos, y el resto lo distribuyó entre las distintas comarcas del África, para que sirvieran de diversión al pueblo en los anfiteatros.

Los Magos —más conocidos entonces con la denominación de Kadosch Paidkal Pharaschol (hombres santos, virtuosos y sabios)—que pudieron escapar de la persecución de sus verdugos, se reunieron en la Escitia y en la Tebaida, en donde siguieron propagando sus doctrinas y haciendo numerosos prosélitos, contándose entre sus iniciados, a San Juan el limosnero, cuyo saber igualaba a sus grandes méritos y virtudes, que posteriormente fue Gran Maestro, dando su nombre a una rama dela Orden que llevó á cabo una nueva reforma, uniendo los antiguos principios filosóficos a los del naciente cristianismo.

En la época de las cruzadas, aquellos apóstoles de la verdadera luz, animados, al igual que tantos otros caballeros ilustres, del ardiente deseo de reconquistar los santos lugares y de regresar a su verdadera patria, se unieron a los guerreros que a las órdenes de Godofredo de Bouillon, se apoderaron de Jerusalén, y nuestros antepasados fueron restablecidos en sus funciones, tomando posesión del Templo, que era el único objeto de sus afanes.

En 5122 el rey Balduino II, Gran Maestro de la Orden, estableció el instituto de los Grandes Caballeros de San Andrés, o Príncipes del Real Secreto, confiando a su custodia el precioso depósito del tesoro sagrado de la Orden. Estos fueron escogidos de entre los Caballeros Kadosch y proclamados Príncipes de la Masonería, después de haber jurado solemnemente, de sacrificarlo todo, por la seguridad y conservación de aquel precioso depósito. Tomada da nuevo Jerusalén por Saladino en 5187, los Masones fueron otra vez arrojados de la ciudad Santa y desgraciadamente, en aquel desastre, se perdieron la mayor parte de los preciosos escritos que les habían sido confiados. En tan críticas circunstancias, nombraron una diputación compuesta de ochenta y un Príncipes, para que fueran a Upsala (Suecia), a depositar en la cueva de las tres coronas, los restos de los archivos de la Orden que se pudieron salvar de la general ruina y destrucción que sufrió la ciudad eterna.

Después de haber demostrado en las diferentes cruzadas que se sucedieron, de cuanto es capaz el valor, la virtud y la resignación, en 5295, los Príncipes Masones se establecieron en la Palestina, de donde fueron expulsados, a su vez, así como el resto de los demás cruzados que se habian refugiado en aquella comarca, unos siete años después.

Entonces retiraron el tesoro que guardaban escondido en la cueva de Upsala y lo transportaron a Escocia, a donde fueron a establecerse. Obligados a separarse algún tiempo después, nombraron a ochenta y un Príncipes, a los que confiaron el depósito tradicional, y al separarse renovaron sus votos de sacrificarlo todo para la conservación de este tesoro sagrado, y de unirse a la primera cruzada que se levantara para reconquistar el templo.

Basada en esta tradición, la leyenda del ritual se consagra, a la concentración de las huestes masónicas y a la organización del campamento y distribución de fuerzas de los quince cuerpos de ejército de que se compone, que se reunirán en los puertos de Nápoles, Malta, Rodas, Chipre y Jaffa a fin de emprender su marcha hacia Jerusalén y reconquistarla, conducidas por el rey Federico II de Prusia.





Su meditación es el viaje simbólico por el Campamento de los Príncipes. Guerra Interior.


La decoración de la Logia es con tapicería negra sembrada de lágrimas, esqueletos, calaveras, huesos en aspa, todo bordado en plata. Una balaustrada divide la sala en dos partes. El trono del Presidente se halla situado sobre un estrado al que se sube por siete escalones, y cobijado debajo de un dosel, en relación con el resto de la tapicería, guarnecido de franjas de plata. El fondo del trono es de satén blanco sembrado de lágrimas de fuego; delante del sitial de la presidencia, hay un ara o altar cubierto de un rozagante tapete de terciopelo negro, sembrado de flores y galoneado de plata. En la parte del frente lleva bordada de plata, una calavera y dos tibias cruzadas y las iniciales N:.M:. encima.

El bufete de los Vigilantes se halla debajo de un dosel y cubierto con un tapete carmesí bordado en negro. Sobre la parte delantera, se ven las iniciales N:. K:. M:. N:. bordadas en oro. La sala Consistorial se halla iluminada por ochenta y una luces, y es dividida en dos partes iguales por medio de una balaustrada, denominadas Este y Oeste, de las que la una constituye el Senado, y la otra el Areópago.

Las banquetas del Senado, están destinadas a los Grandes dignatarios de la Orden, los Grandes Inspectores Generales y los Presidentes de los Sublimes Consejos; las del Areópago corresponden á los Sublimes Príncipes en ejercicio, con voz deliberativa. Las restantes las ocupan los Príncipes del Real Secreto honorarios. En la parte del Oeste figura el cuadro representativo del Gran Campamento de los Soberanos Príncipes.









Grado 33 – SOBERANO GRAN INSPECTOR



Novena Clase – Grado 33º – Supremo Consejo del 33°



Este grado, el último y el mas elevado de la escala jerárquica del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, es más bien una dignidad, la más alta de la Orden, según la doctrina del Rito, que forma parte del Cuerpo que asume la autoridad superior administrativa y que ejerce el poder supremo Masónico en cada Estado en donde se halla regularmente constituido este Rito. Según el relato histórico de este grado, en el año 5786, el rey Federico II de Prusia, en previsión de su próximo fin, quiso delegar el poder supremo que ejercía en la Francmasonería como Gran Comendador del Real Secreto, en un alto Cuerpo que denominó Supremo Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales, y con este objeto, él mismo redactó las Grandes Constituciones que llevan su nombre.





Su meditación es el juicio y ejecución del Maestro Templario Jacques de Molay.


La decoración de la Logia es con tapicería purpúrea sembrada de esqueletos, calaveras y huesos cruzados pintados o bordados. Hacia la mitad de la sala hay un pedestal cuadrangular cubierto con un tapete rozagante de terciopelo carmesí, con una Biblia abierta, y una espada desnuda cruzada encima. Al Norte de este pedestal, se ve un esqueleto entero, de pie, sosteniendo con la mano izquierda el estandarte blanco de la Orden y empuñando con la derecha un puñal que tiene en alto en ademán de querer herir. En el interior y encima de la puerta de entrada se halla esculpida en letras de oro la divisa de la Orden, Deus meumque jus. El Oriente se halla iluminado por un candelabro de cinco brazos. Al Occidente y al Norte hay otros dos candelabros, de dos brazos el primero y de uno solo el segundo; en total once luces.